¿Cuáles son los secretos para el éxito en la función de
Recursos Humanos?¿Hay que ser un experto laboral? ¿Un gurú del desarrollo de
carreras? ¿Basta conocer bien el negocio, o gestionar agresivamente los costes?
A los que transitamos durante algunos años los caminos de
los tan siempre cuestionados Recursos Humanos hemos seguramente constatando una serie de rasgos de
actitud y carácter, junto a algunas cualidades personales, enormemente
valoradas por las organizaciones y por el entorno que rodea al profesional de
esta función, y que sin embargo son obviadas en muchas ocasiones al concebir
los perfiles ideales.
Probablemente pueda pensarse que tales rasgos, que indicaré
a continuación, consisten en generalidades, aplicables por tanto a cualquier
profesional en el mundo empresarial, e incluso en muchos casos a cualquier persona en su vida. Y puede
tenga razón…pero hoy hago un humilde regalo a tantísimos grandes profesionales
del sector que seguramente verán algún reflejo en las siguientes reflexiones:
1. El sentido del humor. Nada como esta poderosa arma, tan
valiosa frente a la adversidad o la dureza de algunas situaciones, y de enorme
utilidad en nuestra relación con los demás para hacerles la vida más agradable.
2. La humanidad. La “HH” de nuestra función deber ser
muchísimo más importante que la “RR”. La sensibilidad hacia los aspectos
humanos ha de ser real; si es de “cartón-piedra” se termina notando, y queda en evidencia. Ha
de gustarnos la gente.
3. La sencillez y naturalidad. A los “divos” no los llamó
Dios para este trabajo. Sólo generan rechazo, envidia e insolidaridad. La grandeza,
si la alcanzas, será porque otros te la reconozcan. La naturalidad, el ser
auténtico como ser humano, sin aparentar, ayuda enormemente a la empatía con los demás
y a caer bien.
4. La capacidad de escucha, comprensión y paciencia.
Normalmente, además, van por este orden. Las personas necesitan imperiosamente
ser escuchadas, y en el trabajo esto se manifiesta rotundamente. El profesional
de RRHH ha de escuchar al menos el doble de lo que habla (para eso tenemos dos
orejas y una sola boca). Después de haber escuchado, saber comprender con
empatía es básico y, a veces, también una buena dosis de paciencia resulta fundamental.
6. La pasión en lo que dice y la convicción en lo que hace.
Ambas cosas son un fiel reflejo del
nivel de compromiso con las ideas, con los proyectos, con las empresas. Generar
más compromiso a tu alrededor, otra de nuestras prioridades, se consigue mejor
si empieza por demostrarlo uno mismo.
7. La persuasión. Nos dedicamos a vender, ya sean
argumentos, ideas, propuestas…, en definitiva a convencer a las personas de
aquello que pensamos es bueno y razonable. Si a esto sumamos el conflicto de
intereses habitual en las situaciones que hemos de enfrentar en nuestra
función, la persuasión es clave.
Hablar de más o traicionar la confidencialidad supone que la
gente termine por no contarte las cosas, y eso, en Recursos Humanos es un
fracaso absoluto.
9. La prudencia. La moderación en el comportamiento, hasta
donde llevan los límites de la sensatez y la ponderación, es de gran valor para
el profesional de este oficio.
10. La ecuanimidad. Entre otras cosas, nos dedicamos a hacer
políticas y tomar decisiones que afectan a la vida de las personas, a su
desarrollo, a sus condiciones económicas y laborales. Ser ecuánime implica aquí
ser respetado en esa labor de arbitraje que cada día necesitan encomendarnos
más nuestras organizaciones.
11. La austeridad, la sobriedad. Igual que la anterior,
ambas nos proporcionan credibilidad pues, si reclamamos continuamente
austeridad, ahorros y eficiencia en nuestro rol de gestores de costes frente al
resto de la organización, predicar con el ejemplo es fundamental.
12. La capacidad de ver más allá de lo evidente. Hay que
leer entre líneas e interpretar entre conversaciones. Es importante tener una
cierta intuición e inteligencia para captar aquello que pase desapercibido a
simple vista, gracias a una aguda observación de nuestro entorno.
13. El “buen ojo”. Saber conocer a las personas y sacar de
este conocimiento conclusiones realistas y acertadas es algo que la
organización necesita de esta área. Para ello, además de las competencias
técnicas, el “buen ojo” ayuda enormemente. Buen ojo no es percepción del “dicen
que”, el buen ojo sabe recopilar toda la información que necesita.
14. El poco apego al pasado, el desarraigo. Si queremos ser
“campeones” del cambio, hay que viajar ligero de equipaje. Los lastres
entorpecen, hacen que perdamos el tiempo y la atención, y que el esfuerzo para
cambiar las cosas sea mayor. Hay que estar dispuestos a cambiar el rumbo y
mirar al futuro permanentemente, y nuestro pasado lleno de credibilidad nos
dará la carta que necesitamos.
15. La ética, la integridad por encima de todo. Si hay una
función a la que se le debe exigir integridad es a la de Recursos Humanos,
precisamente porque la materia prima sobre la que trabaja resulta que es de
carne y hueso. Los principios, valores y las reglas morales que afectan al
comportamiento y a las relaciones humanas confieren a esta función un atractivo
único y apasionante que la convierten a veces hasta en una profesión vocacional.
Gracias a todos los que trabajan dentro de las 15 reglas de juego, no solo estaremos colaborando con la productividad empresarial, con la felicidad personal, sino con nuestros sueños a la hora de dormir.