EL HABITO NO HACE AL MONJE PERO…

“Toda nuestra vida es una masa de hábitos”, dijo el psicólogo funcional William James en 1892. Muchas de las elecciones que tomamos cada día pueden parecer producto de una decisión muy bien estudiada, pero no lo son. Son hábitos. Y aunque cada uno significa relativamente poco por sí solo, con el tiempo, las comidas que pedimos, si ahorramos o gastamos, la frecuencia con que hacemos ejercicios y la forma en que organizamos nuestros pensamientos y hacemos nuestras rutinas tiene un impacto enorme en nuestra salud, productividad, seguridad financiera y felicidad y evidentemente un impacto muy alto en nuestro día a día laboral y en la relación con nuestros equipos.

Una investigación publicada por la Duke University descubrió que más de 40% de las acciones que la gente hacía cada día no eran verdaderas decisiones, sino hábitos. James, como muchísimos otros pensadores desde Aristóteles en adelante, pasó mucho tiempo de su vida tratando de entender por qué existen los hábitos. Pero sólo en las dos últimas décadas científicos y marketineros comenzaron a entender cómo funcionan, y, lo más importante, cómo cambian. En algún punto, todos decidimos conscientemente cuánto comemos y en qué nos concentramos cuando llegamos a la oficina, cuánto bebemos o cuándo salimos a caminar.

Luego dejamos de tomar la decisión y la conducta se vuelve automática. Es una consecuencia natural de nuestra neurología. Y, al entender cómo ocurre, podemos reconstruir esos patrones en lo que queramos.

¿Somos responsables de nuestros hábitos?

Los hábitos no son tan simples como parecen. Pero incluso cuando ya se han enraizado en nuestras mentes, no son necesariamente nuestro destino. Podemos elegir nuestros hábitos una vez que sabemos cómo hacerlo.  Todo lo que conocemos sobre hábitos, desde los neurólogos que estudian amnésicos hasta expertos organizacionales que reorganizan compañías, es que cualquiera de ellos se puede cambiar si comprendemos cómo funcionan.

Los cientos de hábitos que influyen en nuestros días deciden las forma en que nos vestimos en la mañana, que hablamos con nuestros hijos y dormimos por la noche: influyen en lo que comemos para el almuerzo, en cómo negociamos, en como nos relacionamos con nuestra gente (sean compañeros o pertenezcan a nuestro departamento) si hacemos ejercicios o tomamos cerveza después del trabajo. Cada uno de ellos tiene un disparador diferente y ofrece una recompensa única. Algunos son sencillos y otros complejos. Pero todos son maleables. La compañía más disfuncional puede transformarse, solo es cuestión de voluntades.

Sin embargo, para modificar un hábito, hace falta una decisión consciente. Hay que aceptar la dura tarea de identificar los disparadores y recompensas que impulsan las rutinas y encontrar alternativas. Hay que saber que uno está en control.

Una vez que comprendemos que los hábitos pueden cambiarse, tenemos la libertad y la responsabilidad de rehacerlos. Una vez que entendemos que los hábitos se pueden rehacer, su poder se vuelve más fácil de comprender y la única opción que queda es ponerse a trabajar. Si creemos que podemos cambiar – si convertimos eso en un hábito -- el cambio se vuelve real. Este es el verdadero poder del hábito, dice Duhigg: el conocimiento de que nuestros hábitos son lo que nosotros elegimos que sean.

El cambio de habito dentro de una empresa debemos animarnos a replantearlo sobre todo en nuestra relación cliente y su verdadera atención. Ya no se trata de una sonrisa y garantizar su satisfaccion inmediata, se trata de ver qué habitos hemos trasladado hasta el dia de hoy que han imposibilitando que esa relacion sea de una proximidad auténtica.

Hablamos y leemos muchísimo sobre la dirección eficaz y los hábitos para la gente efectiva, pero siempre el primer paso para poder aplicar lo que nos enseñan es conocernos bien a nosotros mismos y conocer bien el corazón de nuestras organizaciones.

"Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla. (SUN TZU)"

Hoy va mi reconocimiento a todas aquellas personas que, tal vez como usted, tienen un profundo y sincero deseo de conocerse, mejorar y aprender cada día a pesar de las dificultades, los palos en la rueda, etc y lo que es más importante, compartir con los demás su conocimiento y sus buenos hábitos.

LA “GENERACION CLICK”: DE ESPACIOS, TIEMPOS Y ESCUCHAS.

Aristóteles definía al tiempo como el número, o la medida del movimiento según antes y después. El tiempo es entonces la dimensión del cambio. Ya que si nada cambiara, no habría tiempo. Y evidentemente el tiempo no existe en sí mismo, no existe porque es una simple medida. No existe el tiempo como no existe ni el kilómetro ni el litro, sino únicamente las cosas que son medidas por tales patrones convencionales. Pero hoy quiero quedarme con esta definición: “El tiempo es vida”. Es la vida que se procesa y que se construye, se despliega y hacia el final se repliega. El valor del tiempo y del no tiempo, del escuchar y no escuchar, del ruido y del silencio. En la GENERACIÓN CLICK…generación de las comunicaciones, comunidades y redes sociales, de la participación, de la respuesta inmediata, del todos conectados, del todo en un mismo lugar, “el tiempo, la escucha y el silencio” son la clave y en nosotros está el desafío.


Y en el camino del tiempo, la manera más moderna de ver el futuro es aprender también del pasado. Escuchamos a Nietzsche cuando habla que la vida tiene necesidad del servicio de la historia y le pertenece al ser vivo en la medida en que preserva y venera lo que ha hecho

Y no por un afán nostálgico  melancólico valoramos el pasado sino por su forma de ver la vida, relaciones diferentes, un comercio diferente, y un valor en los "tiempos, la escucha y el silencio" que deberíamos ser capaces nosotros, esa GENERACIÓN  CLICK, de estudiar un instante antes de continuar nuestro apasionante pero vertiginoso camino en el mundo 4G. Y surgieron en mi estas las preguntas: ¿Quién se ha encargado de darle cuerda por demás al reloj? ¿Quién ha alterado el ritmo lógico de la cultura de la proximidad? ¿Identidad vs. Velocidad?

El tiempo, el ritmo, el compás acelerando la marcha, la melodía, hasta convertirse en un estrepitoso, absurdo y confuso ruido que nos agobia y nos hace replantearnos el por qué de las cosas. Como la situación vivida por ese instructor de paracaidismo que estaba contestando a las preguntas de sus nuevos estudiantes, hasta que uno de ellos hizo la pregunta habitual: Si el paracaídas principal no se abre, y el de reserva tampoco... ¿Cuánto tiempo tengo antes de chocar contra el suelo? El instructor le miró y le contestó con voz profunda: El resto de tu vida.

Ese remplateo sobre el tiempo, el agotamiento, el agobio en esta carrera justamente contra el tiempo hizo que me fuese a escuchar a los que saben, y no dudé un segundo en asistir a una formación sobre la Gestión del Tiempo.  Algo debía cambiar en mi, y ahora era el momento, no se si esto era la solución, pero soy parte de esa generación y algo no estaba cuadrando en mi. Una vez finalizado, salí de allí con la mente llena de ideas, entusiasta, con el espíritu ilusionado o al menos eso creía yo y me detuve, no mucho tiempo (para “no perder el tiempo”) a realizar mi lista de buenos propósitos. Con el correr de los días (no muchos para no “excederme”)  intenté seguir el listado de cosas que me habían propuesto en el curso: ser un hombre productivo, restablecer de manera metódica mis espacios perdidos, desterrar mis momentos “muertos”, reactivar mi lista de tareas pendientes, mis objetivos, fue allí que reforcé las planificaciones que meses atrás construí, analicé las diferencias y similitudes entre ser eficaz y eficiente, compré libros “best sellers” que pudieran gestionar mis emociones y ser un mejor profesional, abandoné mis “malas” ambiciones y me dispuse a actualizar mi vida comprándome además un teléfono móvil con todos los elementos necesarios y gestionar de una manera actualizada eficazmente mi vida. O al menos eso creía yo, porque el tiempo, la escucha y el silencio no aparecian nunca en mis prioridades. Comencé sin darme cuenta a estar permanentemente conectado (si era fines de semana mejor) para que todos comprobasen el "amor" que tengo por mis responsabilidades, ser el primero en saberlo todo, en contestar lo antes posible, en definitiva ser el numero uno y mejor auto gestionado de todos. Aunque los medios y los métodos se fueron descarrilando y yo casi sin saberlo.


Con el tiempo (valga el juego de palabras) empecé a creer que era visible para los que era invisible hasta el momento, a ver como esos patrones de conducta que habían compartido conmigo en el curso y esos ejemplos de mejora me estaban ayudando, pero había algo que en mi seguía sin estar bien. Debia centrarme en lo que verdaderamente me estaba ocurriendo.

Di vueltas en mil pensamientos y entendí que estaba incorporando a mi vida personal y profesional millones de elementos que facilitaran la vida, la forma de relacionarme, de gestionarme, y la teoría indica que es una evolución y revolución material y organizacional que aporta de manera directa en nuestro confort, pero la realidad es que estamos cada día más metidos en las soledades infinitas, en los espacios indiferentes y en las barreras más cercanas que son realmente un freno a la hora de lograr los verdaderos objetivos por ese afan de llegar, de llegar y nunca llegar.

Mi duda no se detuvo y navegando por mi nuevo internet encontré como en distintos medios hoy en día grandes existen debates sobre la incorporación de las redes sociales en conjunción con los sistemas móviles de telefónica y el cambio de paradigmas que ya afectan tanto en nuestro entorno más íntimo familiar como en nuestra vida laboral.

Descubrir cómo incluso tenemos un tecnicismo llamado PHUBBING  (del inglés, desairar con el teléfono) donde prensa, blogs, debates ya hablan de lo que seguramente mucho tiempo antes nos ha sucedido a varios de nosotros como usuarios, teniendo que enfrentar una discusión o bien un mal momento. Se llama así al  acto de desairar a alguien en un entorno común mirando el teléfono en vez de prestarle atención. Y no es una conducta exclusiva de los más jóvenes sino que compromete a todas las edades y géneros.

Incluso observamos de una manera absorta (pero tranquila) como por intentar gestionar mejor el tiempo, nuestro lenguaje lo vamos perdiendo en geniales inventos como el WhatsApp o el Line que nos ofrecen mucho más herramientas que un SMS y de manera gratuita pero que en ningún momento sus creadores se propusieron y proponen minimizar nuestras conversaciones, nuestras relaciones, nuestras respuestas, nuestros pensamientos y por consecuencia nuestro intelecto. Rapidez, concreción e inmediatez sí, pero para aquello que lo necesite. Administrar y gestionar el tiempo sí, pero en los momentos indicados. Que los grandes descubrimientos no nos encubran. Que la "red" nos sostenga y nos una, pero que no nos atrape como peces en el mar.

Y siendo un convencido que las tecnologías nos están llevando a un cambio en nuestra forma de relacionarnos, en nuestra forma de trabajar, en nuestra forma de compartir, y que daremos un salto cuantitativo y cualitativo si sabemos hacerlo, es necesario que al margen de estas cuestiones anteriormente planteadas que están muy bien para una revista y darle un color especial a su número, nos planteemos de verdad hasta donde tenemos que ser nosotros, la GENERACION CLICK los verdaderos dueños de las formas, los tiempos, la escucha y también los silencios.

Hace unos años comencé a sentir como la gente evitaba tener conversaciones muy largas por más que el tiempo no fuese un problema, pero estamos tan “aleccionados” que el tiempo es oro, y que debemos ser productivos que se nos escapan los verdaderos pilares de la esencia del conocimiento y la comunicación, incluso en nuestro negocio, cuando no escuchamos realmente lo que le sucede a nuestro cliente, lo oímos, le sonreímos, le acompañamos, le volvemos a sonreír, seguimos el manual de Atención al Cliente a rajatabla y quizás le damos una solución inmediata, pero ¿realmente lo hemos comprendido? ¿lo hemos conocido? ¿lo hemos valorado?

Entonces algunas luces empezaron a descubrir mi camino oscuro de pensamiento y bloqueado por el que yo llamé “culpable” al curso de Gestión del tiempo y preguntarme: ¿sabemos tomarnos el tiempo, el verdadero sabor del tiempo con la gente que realmente nos importa? en nuestra casa…en nuestro trabajo con nuestra gente, con nuestros equipos, en nuestra relación comercial con ese mencionado cliente que espera mucho de nosotros.

La clave de la comunicación muchas veces no está en la palabra, ni en la gestión del tiempo, sino simplemente en un buen silencio y en el saber escuchar. En estas épocas donde el que llega primero gana, regalémonos espacios, tiempos, y escuchas verdaderas que las actualizaciones ya se descargarán solas.

DEL SUPERHEROE QUE CASI TODO LO PUEDE

Hoy este post está dedicado a todos ellos/as que por falta de posibilidades, por falta de trabajo, de desencuentros personales y profesionales, están en una situación crítica, mal consigo mismos, mal con su contexto más próximo, su familia, hijos y pareja…frustrados, desanimados…a ellos/as que pasan noches y noches pensando cómo será el amanecer del próximo día y que la solución aun no ha llegado o quién sabe si llegará…a ellos/as mis amigos/as, mis seres más queridos, y a aquellos desconocidos que están del otro lado de estas letras.


Desde estos ámbitos de participación tenemos la libertad y el derecho a expresarnos, dejar plasmados nuestros pensamientos e ideas, pero me veo en la obligación, hoy puntualmente, de establecer un puente simbólico entre la realidad y la teoría, un puente que nos permita hablar o escribir sin ser abstractos o no bajar mensajes estandarizados cuando muchos de nuestros lectores no están en una buena situación personal/profesional y necesitan alguna vez leer un “¡¡¡TU PUEDES!!!” más que un “HAZLO DE ESTA MANERA que según la teoría y mi experiencia lo vas a lograr”. Esto no es un acto de coaching, ni ningún escrito de seudo psicológico de animación de equipos, ni mucho menos. Es simplemente, como me decía ayer un amigo: “aplicar el sentido común”.

Desde esa teoría encontramos frases como: "Las cosas no son difíciles. Son difíciles porque no nos atrevemos", dijo Séneca. La fuerza de voluntad, la fe y no tener miedo a fracasar son, en muchos casos, la clave del éxito incluso en las condiciones más adversas anteriormente planteadas.

"¡Querer es poder!", también reza el dicho popular que a veces escuchamos en boca de aquellos que nos aprecian para darnos aliento frente al reto o la adversidad. "Más hace el que quiere que el que puede", es el argumento que a menudo pretende explicar cómo alguien ha logrado algo que parecía imposible dadas sus facultades, condiciones o circunstancias. Pero, ¿es cierto que querer es poder?, ¿realmente hace más el que quiere que el que puede?, ¿hasta qué punto la voluntad, la perseverancia, la fe y el propósito vencen a la adversidad y a las circunstancias desfavorables?

Nos aferramos en estos momentos de vacios, soledades y desesperanzas a modelos que en nuestra niñez, o nuestra adolescencia, juventud, han sido grandes símbolos para nosotros de cómo superar los obstáculos, las dificultades, los malos momentos. Cerramos los ojos y los vemos..un padre/madre..abuelo/a… ese tío/a querido/a.. y decimos que si ellos pudieron nosotros también. Otros también observan a sus hijos, y sus sonrisas e inocencia hacen que en nosotros se desprenda ese  NUESTRO PEQUEÑO SUPERHÉROE que casi todo lo puede y nos aferramos a ese disfraz al menos por ese día y salimos a luchar, a encontrar esa nueva posibilidad, aunque a la hora que ya los has acostado a dormir, ese superhéroe se tumbe en el sofá rendido y hasta a veces con los ojos húmedos. Esa es la pura realidad.

La otra, es la historia teórica, que también nos hace reflexionar, y nos cuenta que Einstein y Edison fueron considerados retrasados mentales durante su infancia, incomprendidos y rechazados por un entorno que luego contempló perplejo cómo los frutos de sus talentos cambiaban para siempre el curso de la historia. Todo en un contexto adverso, lleno de imposibilidades, de frustraciones que a lo largo de los años dieron los resultados que ellos esperaban. O cómo los descubrimientos de Fleming, Pasteur, Servet, Copérnico y tantos otros les costaron desde la vida hasta el rechazo más contundente de sus coetáneos. Otros, como Mahatma Gandhi, Nelson Mandela, Martin Luther King o Teresa de Calcuta, han demostrado también con su vida que las utopías pueden tocar la realidad cuando el propósito y la voluntad son firmes y los principios marcan una clara dirección y sentido, no sin un terrible sufrimiento que sólo la confianza y la entrega absoluta a una causa mayor que uno mismo son capaces de vencer. Esa confianza y esa entrega es la que no debemos perder.

La teoría se mezcla con la pura realidad y hoy la Psicología Positiva se centra en el estudio de los rasgos de carácter que ayudan a las personas a sentirse dichosas, desarrollar su potencial y a mantenerse mentalmente saludables. Hoy se está trabajando para explicar cómo lo mejor del alma humana puede transformar la realidad individual y colectiva.

Esta realidad individual,
donde un contexto tan complejo como hoy en día con la falta de oportunidades profesionales y/o laborales, requiere de una fuerza interior muy solida y “a prueba de balas”.

Edison afirmaba a menudo: "Los que dicen que es imposible no deberían molestar ni interrumpir a los que lo están haciendo", cuando alguien objetaba lo "absurdo" que era tratar de inventar una lámpara incandescente, un fonógrafo o un telégrafo, todos ingenios que él creó. Y más allá de los casos notorios de aquellos que superaron su destino gracias a su fuerza interior, abundan historias menos conocidas, que están incluso entre nuestros seres queridos, en esos en los que pensamos cuando buscamos fuerzas, que muestran de manera elocuente el enorme potencial del ser humano cuando la voluntad y la entrega definen un propósito vital.

En algún momento podremos hacer lo que deseemos si lo intentamos lo suficiente, y si el plan A nos ha fallado, el B, y el C, y el D nos estarán esperando. Con tesón y fuerza de voluntad. Con realidad pero con optimismo. Levantarse siempre.  El verdadero "poder" que nace del "querer" no radica en lo aparente, lo ostentoso, lo externo, y que no es sólo una simple cuestión de fuerza física, ingenio, riqueza o inteligencia. Hay algo mucho más importante que tiene que ver con la fuerza interior.
El verdadero poder surge de lo más profundo del alma de cada ser humano: es aquella fuerza que nos hace afrontar los retos, levantarnos después de caer una y mil veces, luchar por una causa justa o necesaria, no perder nunca la esperanza, perseverar, dar una lectura constructiva a todo cuanto nos sucede, saber que eso que llamamos "yo" es en realidad un "nosotros", y actuar en consecuencia, celebrar y agradecer cada instante de la vida, poner al mal tiempo buena cara, trabajar con el corazón por un futuro mejor para todos, avanzar sin miedo, entregarse a cada desafío de la vida con coraje, responsabilidad, humildad y confianza… En definitiva, quizá el auténtico poder es el que nace de desarrollar la capacidad para cambiar la realidad individual y colectiva gracias a la fuerza de nuestras actitudes.

"No es porque las cosas sean difíciles que no nos atrevemos. Es porque no nos atrevemos que las cosas son difíciles",
dijo Lucio Séneca. Y esta sabia afirmación sigue vigente más de 2.000 años después. Por ejemplo, según un amplio estudio publicado por la revista americana Forbes, el número promedio de veces que un emprendedor se ha arruinado antes de consolidar una gran empresa es de 3,5 veces. Un dato que conviene tener en cuenta para no perder el ánimo.

Hoy NUESTRO PEQUEÑO SUPERHÉROE que casi todo lo puede ha salido a pensar un rato,  a juntar un poco de fuerzas, a ver cómo trazar el nuevo plan, el nuevo camino,  la nueva estrategia de éxito,  para que ese poder especial que lleva dentro de sí (que lo hace único) aflore en el momento más oportuno, y logre el éxito que se ha propuesto, por más que los “villanos” se lo impidan una y mil veces, demostrará que por algo es quien es. Y la felicidad propia y de los que lo rodean será irrepetible. En la sociedad de lo confuso, de las injusticias, de los desánimos y de las teorías regaladas, un poco de luz, un poco de ánimo, y un mensaje de esperanza que aun…es gratis.

EL MARKETING DE MI ABUELO

El verano te da algunas licencias en tus pensamientos que te llevan hacia diversas situaciones, como por ejemplo, pensar en por qué aquella abuela dueña de esa heladería de la calle de tu infancia te regalaba un helado y hacía que tu sonrisa se convirtiera en eterna…o por qué aquel vendedor de golosinas, también cerca de tu casa, te preguntaba si habías sido un niño bueno y te regalaba el caramelo que tu querías?

Esa simplicidad en estos dos tipos de acciones ¿tienen algún mensaje que nos puedan ayudar hoy en día?

Seguramente ibas comiendo ese helado o golosina de camino a tu casa, y te preguntaban quién te lo había comprado o regalado, y tu respuesta iluminaba el pensamiento de tus padres, abuelos o tíos, y dentro de ellos seguramente se producía el pensamiento más puro y básico, pero más efectivo, relacionado con la fidelidad cliente.

No existían para ese entonces grandes teorías al respecto, o si existían eran para sectores minoritarios, por lo tanto esos dos viejos y queridos comerciantes, tenían las mejores estrategias de proximidad y atención al cliente que ninguno haya imaginado hasta el momento.

Si tuviese la oportunidad de sentarlos hoy y comentarles la importancia de ese pequeño gesto, quizás no me comprenderían muy bien. Si tuviese la oportunidad de comentarles que hoy el mundo comercial está en las puertas de un sistema llamado “omnicanal” cuya primer concepción básica se encuentra en ese pequeño gesto que ellos en su día realizaban, quizás tampoco me comprenderían muy bien.

Pero lo importante no sería que ellos entendiesen mi mensaje porque ellos lo han logrado a su forma, generaron que toda una familia se movilice por la tarde/ noche a tomar ese helado familiar, o bien que la compra de la leche, las galletas o el pan las hicieran en el almacén de las “golosinas”.

¿Cuánto perdieron en su cuenta de resultados regalando aquel helado o aquella golosina y cuál fue su retorno en la inversión posterior con la compra familiar? No hay que ser un gran financiero para sacar los primeros datos.

Está claro que son positivos, pero más positivo es la gratuidad de su marketing indirecto, de posicionamiento de marca, de fidelidad cliente, y el desembolso de dinero que hubieran supuesto.

La heladería estaba siempre llena, en el almacén siempre había vecinos comprando…y probablemente no tuvieran los mejores precios, pero ese “gesto del helado y la golosina” ha sido el detonante del generador de confianza, de saber que allí la calidad era la esperada (aunque no fuera así, pero la sensación era esa), y esa charla personalizada (a veces interminable), incluso el “cuando pase por la leche te lo pago”, no tenia precio.

Claves de un éxito pasado para un éxito futuro: sentido de pertenencia, fidelidad, atención cliente, y una logística de lujo con el: “no se preocupe yo se lo llevo a su casa”.


Como comentaba al comienzo de este post, el verano da para mucho, y los vientos mediterráneos hacen que inexplicablemente volvamos a confiar en nuestros queridos proveedores de servicios (por ejemplo una empresa telefónica) y los llamemos porque descubrimos un error en nuestra factura (¿a quién se le ocurre hacer estas cosas en vacaciones?).

El caso es que abres una incidencia o reclamación, esperas unas pocas horas y recibes una llamada que con “ilusión” atiendes. Con desilusión compruebas que por el mero hecho de que no existas más en su cola de reclamaciones pendientes, con esa llamada fue suficiente y sin darte solución dan por finalizado el caso.

Te han dejado K.O pero no estás en plena forma, y el verano esta de tu lado y vuelves a insistir… te llenas de impulso y vuelves a hacer click en una nueva reclamación mencionando la anterior, y para tu sorpresa (y sorpresa de esos viejos queridos comerciantes si estuvieran sentados conmigo aquí) te vuelven a llamar, y dices para tu interior: esta vez me han comprendido, lo han reflexionado, esta vez lo solucionan...pero: no!!!. El verano tiene estas cosas querido/a amigo/a, otra vez te escuchan, te explican lo mismo que tu ya sabias antes de reclamar, y dan por cerrado el caso!!!!

Y lo peor de todo es que era una persona la que estaba detrás del teléfono, hubiera preferido que sea una simple maquina y al menos no estaría tan desilusionado pensando que algunos valores se están perdiendo, y que las claves de nuestro negocio están haciendo agua por los lugares mas simples de nuestra cadena de producción.
Cursos, formaciones, foros, charlas, blogs, conferencias, videos, todo está muy bien y suma, pero lo que busco y creo que muchos buscamos, son los pequeños detalles, esos detalles que garanticen mi felicidad comercial y por supuesto la felicidad y rentabilidad de las empresas.

Alguien tiene que ser capaz de explicar en todos los cursos de formación para teleoperador, por ejemplo en este caso, la importancia de su trabajo, de sus resoluciones, de su mensaje. Se que es difícil ensamblar temporalidad y orgullo de pertenencia, pero trabajemos el sentido común. Sin entrar hoy en el debate de la externalización y sus pros a corto y sus contras a medio y largo plazo.

Los managers tenemos una obligación clave en estos temas, tenemos el futuro en nuestras manos y a veces creemos que estamos haciendo el mayor de los esfuerzos, pero intentemos invertir dos minutos mas en estos profesionales (o más), para que esos “gestos tan antiguos” puedan ser valorados, comprendidos, y aplicados sin temor, con inteligencia, asegurándonos ser los lideres de nuestro mercado, los mas próximos y los que marquen la diferencia.-

(A la memoria de la Nona  de la Heladería Firenze- Barrio Saavedra- Buenos Aires-Argentina y de mi abuelo Crisanto Larrea en su Almacén de Intendente Alverar - La Pampa - Argentina y a todos aquellos distribuidores minorista o detallista que con tanta "pasión" y sacrificio han llevado y llevan sus establecimientos de barrio).

¿SOMOS MARCA O DEJAMOS MARCA? QUE EL CLICK DECIDA

La tecnología está impulsando una revolución silenciosa en el sistema laboral mundial, que modificará las tareas planificadas durante estos últimos años, de la misma manera en que la automatización en su día cambió las vidas (incluso suprimió puestos de trabajo) de los empleados de las fábricas.  Durante los próximos 25 años seremos testigos de la reinvención del trabajo intelectual, que será tan contundente como lo fue la reinvención del trabajo manual en los últimos 75 años. Y nuestra manera de trabajar y relacionarnos con nuestro prójimo está y deberá acompañar también ese cambio.

Solo alguien que esté mirando hacia otra galaxia puede pensar que su posición actual está asegurada, o que el contenido de su cargo no cambiará radicalmente o que nada deberá hacer en el futuro próximo para lograr los objetivos establecidos.

Esto nos llevará a un pensamiento difícil de digerir en primera instancia pero que debemos asumirlo como tal y es que las tecnologías nos llevarán a que la persona dentro de su mundo laboral deba pensar en sí misma como una “marca” y tendrá todos los medios a su alcance para poder lograrlo, todo el universo tecnológico a sus pies. ¿A qué me refiero con esto? En la vanguardia laboral, no hay lugar para la gente o las compañías que simplemente se dejen llevar por la corriente, que sean una/uno más del montón, ese uno/una más no suma y todos somos consientes de ello. El valor diferencial es el que hace la diferencia y hoy somos lo que vemos y el “click” siempre tiene la última palabra.

Tenemos que trabajar nuestro “marketing personal” en interno, pero no de una manera frívola, de apariencia o de cara a la galería, no, sino trabajar nuestro producto como una marca personal…y la marca personal se construye a partir de las cualidades que nos hacen diferentes. Entonces podremos pensar: ¿qué valor le agregamos a la empresa? ¿Qué buenas ideas le hemos aportado en estos últimos meses? ¿Qué planes de cambio hemos propuesto? Y los medios estarán allí, para darnos a conocer de la mejor manera posible.


Por ejemplo Salvador Dalí, era su pintura, su estética personal, su estilo surrealista y su vida privada.  Todo eso era el gran Dalí y eso lo hacía único y genial.  Hoy Dalí es una “marca” que se mantiene vigente; no sólo sus pinturas son bien cotizadas, su mismo nombre se cotiza bien y hace que los perfumes por ejemplo y vasos que llevan su firma se vendan bien. Una idea diferente, derivó en una marca atractiva, de buenos resultados, con una comunicación sin fronteras.

¿Quién soy? ¿Qué me hace diferente? ¿Cómo puedo promocionar mis cualidades manteniendo mis valores y mis convicciones para aportar de manera única en este mundo competitivo? Esas son las preguntas que todo profesional deberíamos hacernos.

Las empresas son muy consientes que necesitan gente cuyo trabajo les genere saltos cuantitativos importantes. Cuando se dice “un proyecto importante”, inmediatamente se piensa en los proyectos de más repercusión de los últimos tiempos en la empresa.

Hoy trabajamos en un mundo conectado, en un mundo donde toda la información y pensamientos están al alcance de casi todos, por eso, a diferencia entre el trabajo tradicional y lo que llamamos la “vanguardia laboral” es el compromiso emocional, algo único y personal.

Para llegar lo más cerca del éxito deberíamos involucrarnos por completo con lo que hacemos.  Y para ello, como siempre decimos en este Blog, el rol del manager es clave, su animación, su proximidad y el nivel de confianza con su equipo, con su gente, hará que estas cosas puedan salir con naturalidad.

Ese compromiso emocional es sentir que uno se “frustra” si el trabajo no sale como uno quiere y ya no hablamos solamente del mundo empresarial, sino como actitud de vida, dar lo mejor que tenemos en cada ámbito donde nos desarrollamos: familia, amigos, deportes, etc.

El valor está en la diferencia y en el compromiso emocional: luego que el click se encargue de hacer el resto.