¿SOMOS MARCA O DEJAMOS MARCA? QUE EL CLICK DECIDA

La tecnología está impulsando una revolución silenciosa en el sistema laboral mundial, que modificará las tareas planificadas durante estos últimos años, de la misma manera en que la automatización en su día cambió las vidas (incluso suprimió puestos de trabajo) de los empleados de las fábricas.  Durante los próximos 25 años seremos testigos de la reinvención del trabajo intelectual, que será tan contundente como lo fue la reinvención del trabajo manual en los últimos 75 años. Y nuestra manera de trabajar y relacionarnos con nuestro prójimo está y deberá acompañar también ese cambio.

Solo alguien que esté mirando hacia otra galaxia puede pensar que su posición actual está asegurada, o que el contenido de su cargo no cambiará radicalmente o que nada deberá hacer en el futuro próximo para lograr los objetivos establecidos.

Esto nos llevará a un pensamiento difícil de digerir en primera instancia pero que debemos asumirlo como tal y es que las tecnologías nos llevarán a que la persona dentro de su mundo laboral deba pensar en sí misma como una “marca” y tendrá todos los medios a su alcance para poder lograrlo, todo el universo tecnológico a sus pies. ¿A qué me refiero con esto? En la vanguardia laboral, no hay lugar para la gente o las compañías que simplemente se dejen llevar por la corriente, que sean una/uno más del montón, ese uno/una más no suma y todos somos consientes de ello. El valor diferencial es el que hace la diferencia y hoy somos lo que vemos y el “click” siempre tiene la última palabra.

Tenemos que trabajar nuestro “marketing personal” en interno, pero no de una manera frívola, de apariencia o de cara a la galería, no, sino trabajar nuestro producto como una marca personal…y la marca personal se construye a partir de las cualidades que nos hacen diferentes. Entonces podremos pensar: ¿qué valor le agregamos a la empresa? ¿Qué buenas ideas le hemos aportado en estos últimos meses? ¿Qué planes de cambio hemos propuesto? Y los medios estarán allí, para darnos a conocer de la mejor manera posible.


Por ejemplo Salvador Dalí, era su pintura, su estética personal, su estilo surrealista y su vida privada.  Todo eso era el gran Dalí y eso lo hacía único y genial.  Hoy Dalí es una “marca” que se mantiene vigente; no sólo sus pinturas son bien cotizadas, su mismo nombre se cotiza bien y hace que los perfumes por ejemplo y vasos que llevan su firma se vendan bien. Una idea diferente, derivó en una marca atractiva, de buenos resultados, con una comunicación sin fronteras.

¿Quién soy? ¿Qué me hace diferente? ¿Cómo puedo promocionar mis cualidades manteniendo mis valores y mis convicciones para aportar de manera única en este mundo competitivo? Esas son las preguntas que todo profesional deberíamos hacernos.

Las empresas son muy consientes que necesitan gente cuyo trabajo les genere saltos cuantitativos importantes. Cuando se dice “un proyecto importante”, inmediatamente se piensa en los proyectos de más repercusión de los últimos tiempos en la empresa.

Hoy trabajamos en un mundo conectado, en un mundo donde toda la información y pensamientos están al alcance de casi todos, por eso, a diferencia entre el trabajo tradicional y lo que llamamos la “vanguardia laboral” es el compromiso emocional, algo único y personal.

Para llegar lo más cerca del éxito deberíamos involucrarnos por completo con lo que hacemos.  Y para ello, como siempre decimos en este Blog, el rol del manager es clave, su animación, su proximidad y el nivel de confianza con su equipo, con su gente, hará que estas cosas puedan salir con naturalidad.

Ese compromiso emocional es sentir que uno se “frustra” si el trabajo no sale como uno quiere y ya no hablamos solamente del mundo empresarial, sino como actitud de vida, dar lo mejor que tenemos en cada ámbito donde nos desarrollamos: familia, amigos, deportes, etc.

El valor está en la diferencia y en el compromiso emocional: luego que el click se encargue de hacer el resto.