Cuenta conmigo, no me dejes afuera

Si nos diesen la posibilidad de hacer “la carta a los Reyes Magos” y poner en ella qué políticas de reconocimiento no salariales nos gustaría encontrar en nuestra empresa en un tiempo, seguramente una de las más valorada por todos sería la posibilidad de trabajar desde cualquier lugar y no solo en nuestra oficina. En primera instancia sería un pensamiento lógico, acorde a los tiempos en los que vivimos y muy de la mano con las políticas de movilidad tecnológica de las que tanto hablamos semana a semana, pero sin embargo quedan aun muchísimos kilómetros de experiencias por recorrer y compartir para llegar a las buenas conclusiones que podamos realmente aplicar de manera sostenible.

Estas y otras dinámicas (el aumento del número de mujeres en el nivel ejecutivo, la incorporación de planes de diversidad,  la convivencia de múltiples generaciones, etc.) están exigiendo a los managers una alta capacidad para gestionar el compromiso, fortalecer el liderazgo y mantener la cohesión de los equipos. Por este motivo, es indispensable crear conexiones potentes y resistentes, a través de una comunicación de liderazgo con visión antropocéntrica (el hombre como centro del universo).

La  organización, al igual que las personas, tiene inteligencia, voluntad y sentimientos; y los managers deberíamos aprender a gestionar conocimiento, compromiso y sentimientos colectivos. Es clave prepararse para gestionar la voluntad colectiva, pues toda empresa tiene un estado de ánimo conjunto y es importante que los managers sepamos trabajar estos sentimientos desde nuestras “pequeñas parcelas”: en ello radica el estilo más contemporáneo de la  gestión de las personas.

Las necesidades actuales (las que hemos enumerado y otras más) que surgen en el trabajo nos presentan situaciones cada vez más desafiantes.  Y tenemos la necesidad de hacer la buena pausa y la buena reflexión para que no perdamos de vista el objetivo final.

Porque hoy, por ejemplo, dentro del mundo de las Empresas estamos más pendientes en estar en las redes sociales (que es una misión imprescindible) que de trabajar directamente con nuestros colaboradores en los verdaderos cambios que en ellos se están produciendo a nivel comunicación tanto en sus vidas personales como en su nueva forma de relacionarse a nivel laboral. Ellos serán los que realmente lideren esta nueva etapa, cada uno desde su ámbito de actuación.
Y se da la gran paradoja que estamos dando formaciones y charlas sobre la importancia (que la tiene) y uso de Twitter, Facebook, etc, como vitales herramientas de animación de nuestra relación cliente, de estrategias de negocio, sobre nuestra ponderación de marca, y sin embargo no estamos bajando al núcleo central, a las demandas reales de nuestra gente en esta materia. Un tren de alta velocidad que si no subimos poco a poco a nuestra gente puede, no solo pasarles de largo a ellos, sino llevarnos a todos por delante. 

Partir de lo esencial siempre es un acierto.  No demos nada por supuesto. Siguiendo con esta necesidad, es necesario un buen aprendizaje sobre nuevas formas de comunicación interna (independientemente a la plataforma informática que utilicemos) donde podamos experimentar entre nosotros antes de salir a dar respuestas en externo.



Hoy sabemos perfectamente que tenemos un escenario diverso entre nuestros trabajadores, cada uno pertenece a una generación, con mayor o menor nivel de participación y/o contribución en este nuevo mundo, con mayores o menores miedos y no deberíamos alejar tanto nuestra buena estrategia externa con nuestra estrategia interna (ej. una red social colaborativa), porque si no ese “gap” será un peligroso boomerang.


Tenemos las grandes experiencias de los grandes cambios sociales e industriales que se han dado años atrás y hoy estamos en condiciones de dar un paso adelante y ser capaces de gestionar este nuevo gran cambio histórico de otra manera.

Nuestro éxito estará en generar el buen acompañamiento en estas necesidades y poco a poco poder dar respuestas reales. Probablemente ese tiempo que nos tomemos para pensar, sea tiempo que no nos espere, ya que avanza muy deprisa, y no nos pide permiso para ir hacia la siguiente casilla, hacia la próxima etapa.

Por ejemplo, para abordar la posibilidad de contar con trabajadores que su tarea sea por proyectos (que exige mucha responsabilidad, profesionalidad, organización y autonomía) y no por saber quién llega más temprano o se va más tarde de la oficina, se necesitan superar dos retos vitales para la productividad y la rentabilidad. El primero consiste en mantener la fuerza de los vínculos y el sentido de pertenencia con la empresa. El segundo radica en sostener una motivación eficaz para lograr las metas comunes.

Estudios publicados por la Universidad de Michigan reafirman que la ausencia de sentido de pertenencia es uno de los síntomas más claros de la depresión de los empleados.  Cada vez es mayor el número de empresas que detectan cómo sus empleados no están plenamente comprometidos con sus obligaciones porque no se sienten totalmente parte de ellas. Ese mismo estudio indica que sólo un 20% de los trabajadores experimenta entusiasmo por lo que hace en su centro laboral.

Cuando el lugar de trabajo deja de ofrecer una vinculación emocional, aleja en vez de brindar seguridad y no aporta valor a la vida del trabajador, aumenta el volumen del estrés, la rotación de personal, el ausentismo, desempeño ineficiente, desapego y con ello la falta de motivación y la desconfianza entre la empresa y los individuos.

La mayoría de las personas esperan que el trabajo que realizan sea importante, que contribuya a la sociedad y que sea reconocido. En este contexto, el trabajador encuentra sentido a lo que hace cuando sus actividades se relacionan con algo significativo (llegar a la edad de retiro o recibir la pensión en el caso de los baby boomers; o bien, contribuir a reducir el cambio climático en la generación milenio, por poner un ejemplo).

El sentido de las cosas tiene un efecto más potente cuando los trabajadores conectan sus propios valores y convicciones con la actividad y las metas institucionales. Por eso no podemos alejar nuestras estrategias, debemos ser capaces de compartirlas y hacerlas vivir, usando las gafas de la realidad.

Si resulta complejo sostener la pertenencia y el compromiso en los centros de trabajo presenciales, el grado de dificultad aumenta en las empresas donde se permite desempeñar las actividades a distancia, retomando el ejemplo anteriormente citado. Para los líderes y managers más tradicionales llega a ser más compleja la comunicación vía e-mail, Comunidad, Skype, Video Conferencia, etc,  porque están habituados a generar confianza a través del contacto físico y la proximidad. Que si bien es totalmente entendible y razonable, hay que ser capaces también de dar soluciones a las distintas necesidades, sin respuestas banales, arbitrarias o porque no “está bien visto”, etc.

Todas las recientes encuestas que podemos consultar nos dan la misma tendencia: los profesionales prefieren emplearse en una compañía con disponibilidad para las actividades a distancia en combinación con el tiempo flexible. Asimismo, tener mayor inclinación a conservar su empleo, si tiene la oportunidad para hacerlo además desde casa o cualquier otro lugar.

Claro está que por ejemplo esta situación nos compromete a tomar una postura profesional frente a algo que hoy no dominamos como es saber gestionar el talento virtual.

Estas y otras dinámicas de reciente aparición en el entorno laboral exigen modificar dramáticamente el estilo de relación con las personas para identificar y acompañar a aquellas que reúnen características como la iniciativa, la automotivación, capacidad de autodisciplina y autosuficiencia para alcanzar los resultados.

Las nuevas tecnologías junto a los cambios de prioridades en nuestros clientes y nuestros trabajadores son los retos, tal vez, más importantes de estos últimos años y los venideros. Diversidad de pensamiento, estilos de vida, educación, situación familiar y geográfica, crean dentro de nuestra profesión un sitio privilegiado donde tenemos que estar a la altura y donde la improvisación esta vez no tiene sitio.

DIEGO LARREA
Twitter: 
@larreadiego