La incertidumbre no muerde (Automotivación)

Existen múltiples teorías sobre la motivación desde la que no la concibe por considerarla una herramienta paternalista hasta la que la pondera al máximo por ser una palanca vital de management. Motivados o desmotivados vivimos en una sociedad que intenta cada día estar más conectada, más comunicada, más actualizada y sin embargo existe una paradoja detrás de esta gran apertura qué es la búsqueda (consciente o inconsciente) de un estado individualista dónde la palabra “auto” comienza a ser la única respuesta a cada una de nuestras propias soledades, de nuestros propios miedos, vacíos, dudas o simplemente desconocimientos con las cuales debemos enfrentarnos a la acción u omisión por motivar o automotivarnos.

Trabajamos en entornos cada vez más individualistas desde el punto de vista de la evolución, y sin embargo abrimos redes para unirnos y llegar más lejos, para establecer puntos de encuentros no como una búsqueda escondida detrás de la “debilidad del no poder” sino como un fortalecimiento de la conectividad humana o la inteligencia colectiva.

Con estas dos realidades o contrariedades hoy caminamos sobre la cornisa de las inseguridades, porque: ¿quién motiva a quién?, ¿me motivo a mi mismo cuando estoy en el precipicio más profundo?, ¿mides mi debilidad por ello? ¿las palabras de los grandes manuales tienen algún sentido cuando no buscamos “qué” sino “cómo”?, ¿es un compromiso o una necesidad?.

Avanzar sobre los roles de la motivación o automotivación lleva consigo temores implícitos y explícitos, buscando en la seguridad y en la certidumbre un apego a lo conocido. Y ¿qué es lo conocido? Lo conocido es nuestro pasado. Lo conocido no es otra cosa que la cárcel del condicionamiento pasado. En ello no hay ninguna evolución. Y cuando no hay evolución, hay estancamiento, entropía, desorden y descomposición.

La incertidumbre no muerde. La incertidumbre no significa debilidad, es el terreno fértil de la creatividad y la libertad pura. La incertidumbre supone adentrarse en lo desconocido en cada momento de nuestra existencia. Lo desconocido es el campo de todas las posibilidades, siempre frescas, siempre nuevas, siempre abiertas a la creación de nuevas manifestaciones. Sin incertidumbre y sin lo desconocido, la vida no sería más que la repetición trillada de recuerdos gastados. Nos volvemos víctimas del pasado, y nuestro verdugo de hoy es el yo que nos queda de ayer.

Entonces ¿por qué no cuestionarnos de una vez por todas la “mala prensa” que tiene ese estado premotivacional llamándolo depresión o desmotivación cuando quizás sea un síntoma positivo de búsqueda y superación?. La diferencia como siempre la hacen las personas (escribo en cada espacio que puedo), y las personas por más que intentemos negarlo somos seres dependientes, por lo tanto el rol que juguemos dentro o fuera de esa partida será fundamental, como managers, como amigos, pareja, padre/madre, familiar, etc.

La palabra “auto” es muchas veces un grito de necesidad más que un acto de heroísmo o de fortaleza. El que se encuentra desesperado por encontrar lo que necesita rara vez se convierte en Superman y logra por sí mismo resolver su problemática y hasta nuestro superhéroe cuando tiene cerca la kriptonita también es vulnerable.

Reconozcámoslo, aunque no quede políticamente incorrecto: estamos todos/as aburridos/as de leer en estas ocasiones “Las cartas del tío viajero” que nos cuenta sus historias emocionantes de cómo se superan las difíciles situaciones de la vida, de dónde caminar y dónde no caminar,  capaces incluso de hacernos llorar producto de nuestro estado vulnerable. Grandes barbaridades se han hecho y se hacen capitalizando este estado emocional en las personas.

Valorar nuestros espacios de dolor, de frustración, de cansancio, de hartazgo, de desilusión no es un síntoma de debilidad. Canciones de la cara B del disco que siempre terminaba por sorprendernos de nuestro grupo preferido (para los más jóvenes: en la cara B de un disco vinilo la discográfica casi nunca colocaba las canciones que ella consideraba comerciales, y vaya si se han equivocado). Todas estas situaciones también integran de alguna manera la lista de las características más importantes de la inteligencia emocional aunque no hayamos sido entrenados en la tolerancia a la frustración, a la espera paciente y al esfuerzo disciplinado.

Encontrando el punto de equilibrio entre motivación y automotivación, dice Abraham Maslow que estamos motivados cuando sentimos deseo, anhelo, voluntad, ansia o carencia. O, lo que es lo mismo, cuando necesitamos resolver nuestras necesidades. Algunas son básicas, pero muchas otras se generan por nuestra capacidad de crearnos todo tipo de expectativas.

Lo importante de toda esta película es que no nos pongamos nuestras propias vendas en los ojos, no nos mintamos, ya que esto es un aprendizaje y necesita mucho de nosotros y de nuestro sentido común. Y que la vida está llena de subidas y de bajadas y por más que duren mucho las estancias arriba o debajo de cada una de ellas, todo se transforma y se modifica. Dicho esto, el aprendizaje y la preparación para esas circunstancias es esencial. La cuerda para sacarnos del pozo, la manguera para apagar nuestros incendios puede llegar, y eso es lo bonito que planteábamos sobre las personas, pero el desafío es trabajar los hábitos para que cuando llegue el día de estar arriba o abajo sepamos que cartas utilizar.

Tengamos en cuenta que de todo lo que hacemos durante el día el 95% lo hace el subconsciente y el 5% el consciente...(según Stuart Lichtman el uso consciente sería del 0,0001% y el resto hasta el 100% para el uso inconsciente). ¿A ver quién gana?. Por eso es tan importante cambiar el subconsciente que no analiza y actúa en el presente con la base de datos que tiene, cuando el consciente (quién si analiza) a menudo está demasiado ocupado navegando por un pasado (que ya pasó) y un futuro que no existe.

La mejor motivación o automotivación comienza por saber o enseñar exactamente lo que deseamos, enharinarlo por lo que podemos, y cocinarlo al máximo de perseverancia con un toque de buen conocimiento, y finalmente acompañarlo con un buen postre de paciencia y una pequeña copa de resiliencia.


DIEGO LARREA
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