Tu instante decisivo

En 1930 los fotógrafos comenzaron a privilegiar crecientemente la fotografía tomada “al vuelo”, la famosa "instantánea", en contraposición a los complejos y claustrofóbicos procedimientos de la fotografía de estudio del siglo XIX. Se había acabado la época de posar de forma organizada, ahora se captaba el mundo inmóvil en movimiento y comenzaba el nuevo concepto del “instante decisivo”.

Lo mismo sucede en nuestra vida personal o profesional e incluso en la vida de las empresas. ¡Qué importante es “estar en el momento justo y en el lugar indicado” cuando suceden las cosas! Ni antes ni después, ni mañana ni más tarde, sino en ese “instante decisivo” que sella sin discursos y con la mayor autenticidad nuestra esencia. 


Hay un momento para todo y hay un momento para demostrar quiénes somos de verdad. Las excusas duermen en el rincón de los conformistas mientras las oportunidades pasan enfrente de nuestras intenciones.

Cuando nadamos a favor de la corriente del río, todo se torna placentero, el esfuerzo es menor, y el agua refleja felicidad. Pero cuando cambia el curso de las aguas y se espera de nosotros que nademos contra la corriente, los valores dejan de ser una bonita frase institucional generalizada, para convertirse en el “Instante” más importante que hayamos vivido jamás. Una fotografía convertida en la radiografía de nuestro verdadero ser.


Tenemos en la memoria de nuestros móviles millones de fotografías que probablemente jamás volvamos a mirar. Pero ¿tenemos en nuestra memoria personal la instantánea que nos provoque una inspiración de orgullo como ésa?


¿Qué hemos dejado de hacer o de decir? ¿En qué momento no hemos estado y podríamos haberlo hecho? ¿Qué palabra silenciamos sabiendo minutos más tarde que podía ser una posible solución? ¿Qué llamada nunca hemos hecho? ¿Qué nueva excusa tiñe de vacío nuestra falta de acción? ¿Dónde durmió esa noche nuestro orgullo sabiendo que no era necesario? 



Pasamos nuestra vida corriendo detrás del tiempo e intentando domarlo y administrarlo sin darnos cuenta que el tiempo somos nosotros mismos. Su propia oscuridad es la que nos impide avanzar y, en nuestra “cámara fotográfica” ni la velocidad de obturación, ni la apertura, ni el diafragma ni la sensibilidad ISO nos podrán ayudar esta vez. 

“NO TENGO TIEMPO” es una de las mayores mentiras relacionales y profesionales que hemos validado y autorizado y, lamentablemente estamos convencidos que refuerza nuestra capacidad de trabajo o responsabilidad. ¿Qué es más importante que participar de los “instantes decisivos”? Ningún papel, mensaje, reunión, informe, tarea, o llamada pueden estar por delante de lo importante. Llámese cliente, pareja, amigo, hijo, compañero, etc.


Permanentemente insistimos en que el Otro soy yo. Porque la capacidad para generar y gestionar los mayores cambios radica en tener la humildad, la escucha, la inteligencia, y el sentido común para entender que el cambio proviene de uno mismo y que en esa fotografía tarde o temprano puedo estar yo. 


Tener el talento de identificar una coyuntura importante y actuar para provocar la solución necesaria nos pone en un plano de relevancia muy importante en el ámbito en el que nos encontremos. Y los “Caza Oportunidades” saben que éstas no siempre llegan envueltas para regalo sino más bien envueltas en un problema. Y es allí donde el contador de valor, dedicación, innovación, ruptura o cambio mide nuestra capacidad para descubrir el “instante decisivo”.

No tengo tiempo para no tener tiempo.  Porque la foto más importante de nuestras vidas une mágicamente a nuestro entrecerrado ojo observador, con el verdadero conocimiento, con el corazón y finalmente con la exactitud y paciencia de nuestro dedo índice, para que en un maravilloso “click” puedan juntos ser capaces de captar ocasiones únicas e irrepetibles transformando lo inimaginado en “Tu instante decisivo”.



DIEGO LARREA BUCCHI