El talento compartido

Me gustaría que pongamos en perspectiva el impacto que tiene en nuestra vida y en la de los demás decidir usar nuestros talentos. Ya cuando nos despertamos, el destino final de cada una de nuestras acciones, lo contemplemos o no, es la interacción con los demás. Incluso la soledad o la reclusión es una manifestación, en este caso contraria, a esa interacción social.


Los seres humanos tenemos una misión global y es la generación de felicidad y bienestar. Pero la automatización de nuestras tareas diarias nos impide ver con profundidad el verdadero foco de ese objetivo. Incluso son términos tan devastados por la inmediatez comercial que fueron perdiendo su verdadero mensaje. Pero, a pesar de ello, hacemos todo lo que hacemos para lograrlos. Unos lo intentan con caminos largos y sinuosos, otros con caminos cortos y otros con atajos pero todos intentan llegar a ellos. Y en ese intento por llegar a la meta olvidamos que una visión exclusivamente individual debilita el objetivo final. Porque el talento no se concreta con el único apoyo de nuestro “saber”, sino de ser capaces de sumar otros talentos para lograr el verdadero anhelo.

En las empresas pasa exactamente igual. El talento organizacional ya no radica en la inteligencia y el valor aportado individualmente por cada persona, sino en la capacidad que la empresa tenga para fomentar el conocimiento y el talento compartido, creando un modelo de inteligencia colaborativa real generando un beneficio común.

El conocimiento socialmente distribuido se fundamenta en el  hecho de que nadie posee todo el conocimiento necesario, sino que éste se encuentra dentro del conjunto de las personas que formamos parte de una empresa o una sociedad.


Talento es una bonita palabra que a todos nos gusta utilizar y mencionar en nuestras presentaciones o cuando hacemos observaciones deportivas. Y gestionar talento es una misión apasionante pero compleja, que requiere de una gran sentido del liderazgo y una gran visión de futuro. Porque las personas y su conocimiento son uno de los mayores activos que una organización debe cuidar, estimular y saber administrar.


Nos sorprende que en plena transformación cultural, humana y digital algunos managers siguen temiendo por su liderazgo cuando en su equipo comienza a resurgir el talento. En estos casos, el daño puede ser irreversible si no actuamos a tiempo. La alta dirección de una compañía debe asumir la responsabilidad personalmente para evitar estos cortocircuitos y fomentar espacios de conocimiento, interacción y desarrollo más cercanos a lo que demandan hoy los clientes, los trabajadores y sus familias. El líder inspirador es un explorador en busca del talento y de las habilidades que todas las personas llevamos dentro para lograr nuestra mejor versión. Y, por sobre todas las cosas, tiene la capacidad de unir esos talentos en búsqueda de los mejores resultados.


Y no se trata de perder lo maravilloso de la diferencia, o la capacidad individual de progreso, del esfuerzo por superarse día a día, dando lo mejor de sí en cada momento. Se trata de comprender que un talento que comienza y termina en uno mismo, más que talento es un simple eco. Compartir el talento es una de las mayores herramientas de humildad, escucha, integración, visión, colaboración y profesionalidad que tenemos en nuestras manos. Nadie está excluído. Todos tenemos algo que decir en la construcción de esa añorada felicidad y bienestar dentro de cualquier ámbito. En cambio, la pasividad y la apatía sólo se dan la mano con la mediocridad.


Y como dijo Ken Lui: “las circunstancias de un hombre no vienen determinadas por su talento, sino por el lugar donde pone su talento a trabajar”. Y ese talento tendrá una alta probabilidad de acierto cuando entienda que únicamente los que cooperan pueden sobrevivir, y cooperar es llegar a acuerdos. Y para lograrlos, la reciprocidad y la confianza serán claves, haciéndonos entender que el talento compartido es una de las herramientas de comunicación, productividad, evolución y éxito de mayor importancia en este siglo XXI.


Nota: mi más humilde y sentido homenaje a los Maestro del Talento Compartido, mis compatriotas Les Luthiers, que a través de los años, nos han enseñado que la colaboración nos puede llevar a inolvidables instantes de felicidad y bienestar.

DIEGO LARREA BUCCHI 
Twitter: @larreadiego